Los jóvenes españoles asumen que les tocará vivir una vida low cost

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Jovenes Low costLos jóvenes españoles de 16 a 24 años no perdonan a los responsables de la crisis. Y aunque contemplan el contexto social en el que viven con un marcado escepticismo –lo califican de injusto, inestable o incierto, entre otras cosas- que les hace ser conscientes de las dificultades a las que se enfrentan, cada vez son más los que apuestan por actitudes de compromiso social y activo convencidos de que “la política no es solo cosa de los políticos”.

Éstas son algunas de las principales conclusiones de la investigación “Jóvenes y valores sociales (II). Los discursos” -realizada por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud-.

La investigación analiza, a través de distintos grupos de discusión de jóvenes de 16 a 24 años, cómo a partir de la crisis desencadenada en el 2008 se ha modificado la visión de los jóvenes españoles acerca del contexto social que los rodea, de sus expectativas de futuro y, especialmente, cómo se están extendiendo actitudes de compromiso y cambio.

Una nueva forma de ver y entender la (acción) política

Los jóvenes españoles culpan a las generaciones anteriores de la crisis que desde 2008 ha impactado en numerosos aspectos de su vida; el formativo, el laboral e incluso el familiar. Ante la idea, que se repite recurrentemente, de que “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”, los jóvenes señalan que fueron otros (los poderosos, los gobernantes, el mercado…) quienes posibilitaron la debacle. Desde el discurso mayoritario, despojan de culpa a la ciudadanía “de a pie”, más aún a los jóvenes, a los que se ve como sujetos dependientes.

En general, culpabilizan a las instituciones “adultas” -de las que no se sienten partícipes- pero focalizan especialmente su desconfianza en la política tradicional y en la figura del político profesional.

Sin embargo, estos años de crisis han provocado que se detecte en el discurso mayoritario de estos jóvenes una nueva forma de entender la política como reacción ante cosas que preocupan, más allá de una posición global de adscripción ideológica. Los jóvenes niegan los cheques en blanco a los partidos políticos o a sus representantes y tienden a una actitud más vigilante y participativa, escarmentados por los casos que periódicamente salen a la luz pública sobre corrupción y fraude.

Vida en precario, vida low cost

La crisis de los últimos años ha determinado cómo perciben y describen los jóvenes el contexto social en el que se mueven. Y, sin duda de forma mayoritaria, los jóvenes lo describen de manera pesimista y un tanto desesperanzada. Han asumido que deben revisar a la baja sus expectativas, fundamentalmente en relación con perspectivas o proyectos personales. La fantasía de estabilidad que caracterizaba los años de bonanza económica ha dado paso a la asunción de una vida en precario que encuentra su principal motivo en la dificultad para trazar una trayectoria laboral sobre la que edificar proyectos vitales.

Evidentemente no todas las personas viven igual la crisis; las diferentes situaciones de necesidad marcan de forma esencial las expectativas, y la clase social resulta una variable determinante.

Asumen que casi con certeza les tocará vivir una vida low cost, una vida en precario, y se resignan a la pérdida de no pocos derechos civiles y sociales de la ciudadanía.