Hacer deporte cuatro horas después de estudiar mejora nuestra memoria

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Los investigadores del Instituto Donders de la Universidad Radboud de Países Bajos y la Universidad de Edimburgo, en Reino Unido, pusieron a prueba a 72 sujetos, a los que daban a memorizar una serie de 90 imágenes asociativas durante 40 minutos. Después fueron divididos en tres grupos: los que practicaban ejercicio inmediatamente después de estudiar, los que esperaban cuatro horas para practicar ejercicio y los que no se movían. El deporte consistía en 35 minutos de bici con una intensidad del 80% de su capacidad cardíaca.

Dos días después, los participantes fueron convocados de nuevo para comprobar cuánto recordaban de lo que habían memorizado, con un registro de su actividad cerebral mediante resonancia magnética. Curiosamente, los resultados mostraban que aquellos que habían practicado deporte cuatro horas después de estudiar retenían mejor la información aprendida. Y además las imágenes cerebrales captadas en la resonancia también mostraban neurogénesis en el hipocampo: esto es que se habían generado nuevas conexiones neuronales, nuevas células capaces de participar en el aprendizaje.

Este experimento confirma que el ejercicio físico modula o aumenta las sustancias que usa el cerebro para que las neuronas se comuniquen entre sí. Si se practica deporte, aumentarán estos niveles de neurotransmisión y, a su vez, mejorará el área relacionada con la memoria. Lo que hasta ahora no se había concretado es el tiempo de espera para que el deporte sea efectivo. Según este estudio, nuestro rendimiento académico no mejorará si hacemos ejercicio inmediatamente después de estudiar, pero sí si lo hacemos cuatro horas después.

Conseguir un cerebro más joven

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En la última década se ha investigado ampliamente cómo beneficia el deporte a la actividad cerebral, incluso como protección ante el deterioro cognitivo. Neurocientíficos como John Ratey han expuesto la urgencia de mantener activo el cuerpo para que el cerebro no envejezca antes de tiempo. Si desde los primeros homínidos el cerebro estaba diseñado para moverse, avanzar, cazar y sobrevivir, con la evolución llegó la palabra y el pensamiento abstracto, pero el músculo cerebral era el mismo. De ahí que su funcionamiento siga muy relacionado con nuestra actividad física. Y que el sedentarismo literalmente “mate” —en palabras del científico— a nuestro cerebro.

En el libro Spark, The Revolutionary New Science of Exercise and the Brain (2008), Ratey ya planteaba que el pico de rendimiento mental se da entre dos y tres horas después de practicar deporte, con beneficios a largo plazo en la neuroplasticidad del cerebro. Ni sudokus, ni juegos de memoria. La verdadera forma de excitar las conexiones neuronales es el movimiento y para demostrarlo, Ratey aporta en su libro el origen biológico de todo esto.

En la misma línea investiga el grupo de Neuropsicología Experimental y Aplicada de la Universidad de Almería para determinar hasta qué punto el deporte cambia nuestro cerebro a partir de cierta edad y cómo podemos protegernos del inevitable envejecimiento. No es que parezca que con 50 años nos cuesta más memorizar que cuando teníamos 20. Es un hecho. Y la práctica habitual de deporte podría mitigar ese efecto.El equipo de investigadores de Almería, coordinados por el profesor José Manuel Cimadevilla, estudia la memoria espacial, aquella que nos permite saber dónde están nuestros objetos, como el coche en un aparcamiento, y que es común a todas las especies que se mueven.

El objetivo es entender el funcionamiento de la memoria en humanos y en concreto, la progresiva pérdida o deterioro cognitivo entre los 50 y los 80 años. “Nuestro estudio, que saldrá publicado próximamente», adelanta Cimadevilla, «señala que aquellas personas que practican deporte no manifiestan el mismo deterioro cognitivo que las sedentarias. De hecho, dividimos los grupos entre 50 y 70 años y el siguiente tramo de 70 a 80. Hemos visto que el grupo mayor funciona cognitivamente igual que el más joven cuando son deportistas.

Pero no sucede esto con los sedentarios. Es decir, el deterioro cognitivo solo se detiene por el hecho de practicar deporte”, explica. Su investigación no se queda solo en la memoria, sino que también han analizado las “funciones ejecutivas” —aquellas funciones cognitivas que nos permiten manejar información, planificar, recordar tareas a corto plazo y ejecutarlas—, de nuevo contrastadas entre sujetos de estudio sedentarios y deportistas. “Nuestra conclusión es que la práctica deportiva es, hoy por hoy, la actividad que más beneficia al cerebro. La que más repercusión positiva tiene en la memoria, incluso por encima de los procesos o prácticas de estimulación cognitiva”, concluye el experto.